Una hormiga llamada Antzy vivía en una comunidad, a diferencia de todas las demás, Antzy llevaba una vida cómoda, no trabajaba, no ayudaba a las demás hormigas a edificar más espacios, no cooperaba para recolectar comida, sus compañeras la reprendían y se molestaban por perezosa. En cambio, se dedicaba a dormir casi todo el día, platicaba por horas con las abejas, catarinas y mariposas que viajaban de paso por el hormiguero buscando alimento, se sustentaba gracias a que sus amigos y conocidos le acercaban comida que conseguían en duras jornadas, expuestas a peligros como el oso hormiguero que cuando lo escuchaban todas corrían pero las más desafortunadas eran devoradas.
Un día, las hormigas obreras cansadas de vivir con miedo acudieron con su reina, expusieron el temor al recolectar comida, la reina era hermosa, inteligente y tenía un gran amor por su comunidad, decidió construir un hormiguero lejos de ahí, buscaron por meses un lugar de fácil abastecimiento y que los peligros colindantes no fueran un factor constante de muerte. La reina las convocó y todas acudieron excepto Antzy porque disfrutaba de una siesta al mediodía. Las hormigas brincaron de felicidad al ser informadas que esa misma noche partirían.
Por la tarde, mientras todas preparaban la mudanza, Antzy jugaba en el estanque con una larva y un pequeño grillo, pasaron horas y decidió regresar a causa del hambre, llegando al hormiguero lo encontró abandonado. Desconcertada, comenzó a gritar pero nadie respondió, siguió el camino principal de la colonia pero nadie lo transitaba, volvió al hormiguero, buscó en los túneles sin éxito, regresó a su habitación a dormir con el estómago vacío esperando a las demás.
Muy temprano, Antzy se despertó por un ruido, era el oso destrozando el hormiguero buscando comida, asustada, la perezosa hormiga se internó entre túneles para protegerse. El oso se fue y Antzy salió, se percató que estaba sola. Sin hogar, sin comida, sin amigos y sin las comodidades que tenía, comenzó a llorar. Notó que se volvió un estorbo para las demás y por esa razón se marcharon sin avisar, la compadecían y ésta fue la única forma de deshacerse de ella sin culpa, a pocos días, Antzy murió aplastada, si hubiera trabajado sabría que es peligroso estar entre especies más grandes que ella. Nadie la recordó, sus demás compañeras fueron felices en su nuevo hogar, sin el temible oso y sin Antzy.
Moraleja: La convivencia con una persona ociosa causa recelo, repudio y estrés en los demás con el paso del tiempo. Las comodidades que se consiguen son insignificantes y carecen de valor para progresar como persona y alcanzar éxitos. Siendo un parásito o una persona que vive a expensas de los demás se entra en un estado de confort con un grado de insatisfacción, envidia e ira que imposibilita alcanzar la felicidad y el desarrollo personal.