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El miedo y el sufrimiento

Diente León

Cuántas veces pensamos que los sucesos cotidianos que nos generan malestar provienen de nuestra mala suerte, o de la mala responsabilidad de algún tercero, o simplemente porque hemos sido olvidados por una divinidad. Cuántas veces hemos sentido miedo ante situaciones que nos envuelven de preocupaciones y de estrés, de eventos que no deseamos que sucedan porque pensamos que no podremos sobrellevarlos o al menos reconocerlos como tal. El miedo realmente no tiene la función de perturbar nuestras vidas, sino que su principal base se fundamenta en nuestro desconocimiento personal. Sentimos miedo ante lo que no conocemos, ante lo que nos hace creer que nos dañará o afectará de alguna forma. En cambio el sufrimiento es el resultado de una serie de eventos que nos han generado desdicha. Pero todo esto, nos sorprendería saber que, proviene realmente de la percepción con la que juzgamos cada hecho. El miedo y el temor, nos ayuda a guiarnos con cautela ante todo lo que realizamos, por ejemplo. Al entrar a un nuevo grupo, sentimos inseguridad o temor de lo que sucederá por el simple hecho de que aún no reconocemos las cosas de las que nos podemos apoyar, cómo se desarrolla este ambiente y mucho menos el tipo de personas con las que tendremos que lidiar. Sin embargo, inmediatamente tomamos un medio para resolver el conflicto, y analizamos las probabilidades de salir con bien. El miedo podría decirse, es la situación en la que se ve envuelta cada persona, y el sufrimiento sucede cuando las cosas no están a nuestro favor y nos afecta en gran medida. Como el miedo a la muerte, al fracaso, al rechazo. Este tipo de miedos en realidad nos invitan a reflexionar sobre las posibilidades que tenemos de salir con bien. Cuando hay fracasos en realidad, es el indicio de aportar nuevas ideas, cuando hay muerte es el cambio y la adaptación a este. El rechazo en realidad nos ayuda a tomar nuevas decisiones mediante nuevas elecciones. De aquí que algunas personas adopten la famosa frase «el mal no proviene de lo que sucede, sino de nuestra actitud y pensamiento ante lo que nos pasa». La forma como percibimos el entorno suele ser el resultado de las experiencias que hemos vivido, sin embargo, la ventaja de esto, es que cada experiencia es nueva y diferente, y por muy mínima que sea esta experiencia, nos dará el valor de la enseñanza y el conocimiento. Nadie nace sabiendo, por lo tanto es natural que sintamos miedo, inseguridad, temor y que esto a su vez, nos haga sufrir. Pero todo tiene un principio y un final, y por lo tanto, los males del cuerpo, del alma y del pensamiento, tarde o temprano, cesarán. Y a cambio de este sufrimiento impermanente, nos quedaremos con la virtud del aprendizaje. Entonces, uno de los grandes beneficios del ser humano es que tiene la capacidad de crear, de adaptarse y de superar los eventos desafortunados que den lugar a la sensación de sufrimiento.

La actitud cuenta mucho al momento de confrontar los problemas, y debemos descubrir que, antes de cualquier pensamiento negativo, ya tenemos posibilidades de encontrar más de una respuesta ante aquello que nos atemoriza. Y lo mejor de todo es, que cuando enfrentamos aquello a lo que tememos, inmediatamente adquirimos fortaleza y experiencia para poderla transmitir y guiar a aquellos a quienes consideramos que también han de necesitar apoyo en estas situaciones tan complicadas. Por eso es que, entre muchos, se alcanzan los objetivos y se superan los problemas con mayor rapidez. Y esto, créanlo, no es casualidad, por eso cuando alguien muere, es un poco reconfortante recibir el apoyo de los familiares o amigos, porque te hacen sentir acompañado ante el sufrimiento y disminuye nuestro estrés o perturbación emocional. Entonces la llave para superar los miedos y disminuir el sufrimiento, está en la percepción que tenemos ante tal situación, en el apoyo y el deseo de salir adelante.

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