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Las tres canicas

Mauricio, un niño alegre y travieso de 9 años jugaba canicas a la hora del recreo con Rafael, su compañerito de salón y mejor amigo.  Casi al sonar la campana para reincorporarse a clases, llega Miguel, compañero de ambos y con quien compartían momentos de ocio y juego ocasionalmente.

Los tres comenzaron a jugar cuando sonó el timbre, Mauricio reclamó:

-¿Por qué dan tan poco tiempo de descanso?

– Sería fabuloso estar jugando unos minutos más, dice Rafael

– ¡Sí! Y que los maestros no nos estuvieran molestando, complementa Mauricio

Tras una breve discusión acerca del horario del recreo los tres acordaron aquel viernes escaparse de la escuela, idearon la manera y llegaron a la conclusión de que la única forma era esconderse tras los botes de basura y esperar minutos para que el conserje abriera el portón para dejar entrar el camión y aprovechar ese momento para escaparse, cuando llegó el momento, llevaron a cabo su plan el cual resultó completamente satisfactorio, ya tenían parte de la mañana y toda la tarde libre. Sus útiles escolares estaban en el salón bien cuidados por los pupitres y la opinión del maestro dejó de importarles, cuando vieron las calles para ellos solos, sin regaños, llenos de curiosidad y grandes expectativas para ese día se sintieron poderosos.

-Vamos a jugar videojuegos dice Miguel

-¿Pero a dónde? No tenemos dinero y no podemos ir a nuestras casas menciona Rafael

-¡Vamos al parque a caminar y a ver los palomos! Dice Miguel

-Que aburrido, no quiero desperdiciar mi día en eso, mejor vamos a la casa abandonada, sugiere Mauricio.

Los tres entusiasmados niños con un día planeado y la emoción de la aventura comienzan a caminar hacia aquella vieja casa abandonada, lugar donde indigentes y vagabundos usaban temporalmente como refugio, donde los drogadictos acudían para administrarse sus dosis y donde los vándalos expresaban su cultura de destrucción, además uno que otro peatón arrojaba basura y otros lo usaban como un baño público gratuito. Todos estos peligros los pequeños aventureros no lo habían previsto, su tour no contemplaba pormenores ni malas circunstancias solo la experiencia de un momento de esparcimiento y diversión.

Ya estando en la casa se percataron que estaba muy destruida con un olor repugnante  y con insectos que se habían colado, notaron que habitaban ratas y los grafitis en las paredes abundaban en todas las paredes que aún quedaban en pie, la crecida hierba de la entrada no fue impedimento para que los niños pasaran.

-Vamos a jugar canicas

-Si vamos a jugar

Propone Miguel y los otros dos niños aceptan la sugerencia.

Se introdujeron más a fondo en la casa para encontrar un espacio con menos estorbos, llegaron a la que alguna vez fue una cocina y dejaron sus canicas a un costado, con sus manos limpiaron el polvo y la tierra que había en el piso y descubrieron una placa de madera con unos símbolos que no comprendían, la curiosidad hizo que quitaran todo el polvo y expusieran la horrible imagen que se había dibujado, era la espantosa imagen de un macho cabrío con simbología de magia negra, los tres comprendieron que lo que estaban viendo no era con fines bondadosos y se llenaron de miedo, dedujeron que aquel lugar se usaba para hacer algún tipo de ritual probablemente para dañar a alguien, en ese momento, una viga arrinconada de la misma habitación donde se encontraban se partió en dos, no supieron si por el deterioro de ésta o si algún evento paranormal lo causó, comenzaron a gritar y a correr desesperadamente para salir de ahí sin embargo no encontraban la puerta que los internó en la horrible finca. Miguel comenzó a llorar por la desesperación que sentía, Rafael no paraba de gritar que tenía miedo, Mauricio balbuceaba que seguía escuchando ruidos en otras habitaciones, al cabo de unos minutos los tres quedaron en silencio para inspeccionar con sus oídos que era lo que pasaba cuando en ese momento una de las canicas que habían dejado en otra parte de la casa rodó hasta los pies de Miguel lo que llenó de pánico a esos niños, los tres corrieron y a pesar de que en el exterior había un sol radiante, dentro parecía que la oscuridad era más latente.

Jamás se supo nada de esos tres niños, la policía interrogó a los padres, maestros y a algunos de sus compañeros, los oficiales dedujeron la forma en que pudieron haber escapado aquella mañana del colegio y sus motivos, supusieron la ruta que habían tomado y el destino al que pudieron haber llegado, a pesar de ésta información nunca encontraron los cuerpos ni evidencias que los llevaran a ellos, su última pista de investigación fue aquel arruinado lugar.

Los vagabundos y drogadictos que asistían a esa destruida casa, en ocasiones escuchaban susurros y gritos secos motivo por el que huían despavoridos, pero de lo que más se escuchaba hablar entre la gente de aquel lugar, era que los viernes al mediodía se escuchaba el rebote de 3 canicas desde el interior de la finca y al chocar con una pared, terminaban su trayecto.

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